Pierre Drieu La Rochelle

marzo 19, 2008
Pierre Drieu La Rochelle nació el 3 de enero de 1893 y se suicidó el 15 de marzo de 1945 en París. A los catorce años, en 1907, descubre Así habló Zarathustra de Friedrich Nietzsche, influencia que nunca lo abandonará. Después de un viaje por Alemania e Inglaterra, se define como «germanófilo y anglómano.» Cuando estalla la guerra de 1914 sirve en la infantería y será herido tres veces; su experiencia en el frente lo marcará para siempre y determinará su obra posterior*. Al finalizar la guerra se vuelve amigo de Aldous Huxley, autor de la novela de anticipación Un mundo feliz. Devora los libros de Shakespeare, de Gœthe, de Schopenhauer, de Dostoievsky, de Proudhon, de Sorel, de Barrès, de Kipling, de Péguy, de Guénon y de Maurras. Interrogación, libro que reúne sus primeros poemas, lo publica en 1917. Entre 1920 y 1924 es atraído por el dadaísmo y se acerca a los surrealistas André Breton y Paul Éluard, y su nombre aparece en la revista Littérature; también se vuelve amigo de Louis Aragon. Pero en 1925 firma un artículo histórico en la Nouvelle Revue Française (N. R. F.) que lo aleja para siempre de la vanguardia. Mientras tanto, escribe y alterna el ensayo lírico, Medida de Francia, y la novela analítica, El hombre cubierto de mujeres.
En 1926 se reencuentra con Emmanuel Berl después de haber colaborado en La Revue hebdomadaire. El año de 1927 marca el año de más intensa amistad de Drieu con André Malraux, quien permanecerá fiel a su memoria hasta el fin. Drieu escribe artículos para Bertrand de Jouvenel en La Lutte des Jeunes en 1934, donde conoce al militante Pierre Andreu, su futuro biógrafo. Hace su profesión de fe en Socialismo fascista: «Este deseo de hacer una política de izquierda con hombres de derecha.» Ese mismo año conoce a Ernst von Salomon en Berlín. Drieu es insuperable en el diario íntimo y en el testimonio introspectivo. Sus reflexiones decadentistas y sus descripciones pesimistas del mundo literario y político hacen de él el mejor memorialista de su tiempo. Esto sin olvidar su talento de periodista que encontramos en las compilaciones de artículos: Crónica política, 1934-1942 y en El francés de Europa. En 1936 se adhiere al Partido Popular Francés, (P. P. F.) dirigido por Jacques Doriot -antiguo comunista- y asiste a su fundación en Saint-Denis. Escribe regularmente en L’Émancipation Nationale, órgano de prensa del partido.
En 1939 envía su carta de dimisión al P. P. F. Después de la derrota de 1940, se hace cargo de la dirección de la N. R. F. También aparecen sus artículos en La Gerbe de Alphonse de Châteaubriant. En 1943 colabora en el hebdomadario la Révolution Nationale de Lucien Combelle. Se asume como «socialista europeo» pero se decepciona rápidamente en virtud de la inminente caída del III Reich. La concepción de la Europa de Drieu es idealizada y utópica debido a la influencia de sus lecturas de autores románticos alemanes. Cada vez se interesa más en los místicos hindúes. Perseguido y viviendo en la clandestinidad, se suicida a la edad de 52 años, después de haber finalizado su Relato secreto, donde apunta: «me conduje con plena conciencia, durante mi vida, de acuerdo con la idea que me hice de los deberes del intelectual.» Es el testamento sincero de un humanista sensible, de un asceta y de un poeta lúcido en busca del absoluto en una época atormentada y delicuescente. A pesar de su obra desigual, su vitalidad y su temperamento único aparecen en todos sus libros: «Por principio soy un escritor desigual. Lo esencial de lo que tenía que decir ya lo había señalado, pero apoyando la pluma en una fuerza malhadada. Hay en mis primeros escritos lo mejor y lo peor. Por una razón de vida y muerte, debía separar lo mejor de lo peor.» (Escritos de juventud, 1941). Pierre Drieu La Rochelle puede ser considerado el hijo espiritual de Friedrich Nietzsche y de Maurice Barrès.

* Como Louis-Ferdinand Céline y su Viaje al fin de la noche.

Traducción de José Antonio Hernández García (México)


Marcel Deat

enero 6, 2008

La bandera del «socialismo constructivo» fué recuperada en 1930 por un joven diputado socialista francés: Marcel Deat. La lectura de la obra cumbre de De Man le había transformado. En «Más allá del socialismo» y «El Placer de Trabajar», Deat encontró nuevos enfoques al socialismo: siendo el socialismo una lucha de los explotados, éstos no son solamente obreros sino campesinos, intelectuales, inquilinos, pequeños comerciantes, etc.; la lucha contra el capitalismo, mejor dicho, la necesidad de luchar contra el capitalismo, es el común denominador de todas estas franjas de la sociedad.

Ahora bien, la lucha contra el capitalismo requiere una estrategia que Deat considera debe consistir en la lucha por una economía comunitaria y cooperativa (socialización de la propiedad), la lucha contra la tiranía del interés del capital (socialización de los beneficios), la lucha contra el vacío de poder y el Estado débil (socialización del poder). ¿Y las tácticas? Las distintas luchas parciales contra el capitalismo, la participación en las elecciones democráticas que harán avanzar a los explotados y recuperar parcelas del poder. ¿El objetivo? Un Estado planificado y coordinador de las distintas ramas de la actividad humana. Tal es el esquema completo que animaba a Marcel Deat poco antes de su conversión decidida al fascismo.

Estamos en 1940, la evolución hasta esa fecha había sido larga…

Marcel Deat es sin duda la figura más atractiva, junto a Jacques Doriot, del fascismo francés. Frangois Duprat lo definió como «el ideólogo de la colaboración» con los alemanes durante la ocupación. Había nacido en 1894 en el Nievre y cursó estudios en la famosa Escuela Normal de rue Ulm. El año 1914 es trascendental para su vida, en él se producirán dos acontecimientos que le marcarán profundamente: ingresa en la S.F.I.0. (partido socialista francés, entonces llamado Sección Francesa de la Internacional Obrera) y marcha al frente como soldado de infantería. Su valor será reconocido en ambos campos: como socialista llegará al parlamento y como militar obtendrá la Legión de Honor y el grado de capitán. En 1928 escribió su primer libro «Perspectivas Socialistas», cuyo editor fué precisamente Georges Valois (1). Sus tesis son el eco y la traducción en Francia de las expuestas por de Man en Bélgica. Quizás la tesis que más ampollas levantó durante la guerra, fué la que negaba el carácter revolucionario a la SFIO.

En el congreso socialista de 1930 agrupa tras de sí a una tendencia denominada «Derecha NeoSocialista», que representa prácticamente la mitad del partido. Pero poco a poco, la tendencia oficialista irá recuperando terreno hasta que en 1933 son expulsados, tras un Congreso Extraordinario del partido en el que Deat y los suyos (especialmente Marquet) defenderán una moción titulada «¿Neo-Socialismo?: Orden, Autoridad, Nación». León Blum, el futuro presidente bajo el nefasto Frente Popular, tildará esta moción de «fascismo puro y simple».

Los expulsados – aproximadamente un 20 por ciento de la SFIO- constituyeron el «Partido Socialista de Francia- Unión Jean Jaurés», organización de vida corta y agitada y que terminará convergiendo con otros escindidos del partido radical para constituir la Unión Socialista Republicana, de vida no menos agitada. Deat profesaba por entonces tesis antifascistas y no dudó en adherirse al «Comité de Vigilancia de los Intelectuales Antifascistas», pero sus colaboraciones con intelectuales reputados como «derechistas» e incluso «fascistas», como Jules Romains, menudeaban cada vez más. Junto a Romain y Lacoste, redacta el «Plan del 9 de julio», destinado a dar una salida -al menos sobre el papel- a la crisis social y económica de la Francia de principios de los años treinta. Ministro del aire en el gobierno centro-izquierdista de Sarraut (enero 36), pierde su escaño en mayo. Secretario General de la USR, vive alejado del «Frente Popular», aunque es partidario de un «apoyo crítico», lo que traducido quiere decir «enfrentamiento limitado». Pero poco a poco la oposición entre Deat y Blum irá en aumento.

Aplaudirá los acuerdos de Munich como un paso adelante para la pacificación europea. Volverá al parlamento en abril de 1939 con un programa anticomunista, y pocos meses después, cuando se presagiaba ya la guerra en Europa, escribirá un famoso artículo que pasará a la Historia del periodismo y de la política: «¿Morir por Danzig?», decidido alegato pacifista. Más tarde dirigirá el diario «L’Oeuvre», manteniendo bajo la ocupación alemana sus teorías anticapitalistas y anticomunistas y atacando frecuentemente a los «reaccionarios de Vichy». Sus campañas contra los reaccionarios tendrán como primeros resultados el enfrentamiento entre tendencias del gobierno de Vichy y la caida de Laval el 13 de diciembre de 1940.

El 9 de julio de 1940 Deat, en su periódico, escribía un histórico editorial cuyo párrafo más importante decía: «Los partidos han muerto… Francia no será reconstruida sobre el equívoco de una “unión nacional»… como todos los pueblos que han hecho su revolución… nos hace falta un partido, un partido único que resalte y oriente las aspiraciones comunes. Un partido que, al lado del estado y del gobierno, encuadre, anime, sostenga a la nación. El parlamento ha desaparecido, el partido asumirá el contacto entre el gobierno y la opinión»… El Ressemblament National Populaire iba a nacer como fruto maduro de estas líneas unos pocos días después.

Deat y su RNP consiguieron cierta notoriedad, si bien es cierto que quedaron distanciados años luz de ser «el partido único» que pretendían. El turbulento período de la ocupación alemana en Francia, la división que duró hasta 1943 entre la «Zona ocupada» y el territorio del gobierno de Vichy, y la convergencia de otros partidos (el PPF principalmente) y grupúsculos (el Francismo sobre todo) le privaron de la audiencia que en buena lógica le hubiera correspondido. Por otra parte, algunos de sus militantes fueron asesinados por la resistencia comunista. Con todo, y a pesar de sus diferencias, fueron precisamente Jacques Doriot, excomunista y líder del PPF, junto con Deat, ex-socialista y líder del RNP, quienes más énfasis pusieron en la creación de una Legión de Voluntarios Franceses que lucharon en el Frente del Este, participando en el común combate de Europa contra el comunismo. Los alemanes no concedieron la petición de los dirigentes franceses de que sus voluntarios marcharan a la lucha en uniforme galo; la LVF, como la División Azul y el resto de voluntarios de todo Occidente, lucieron así en hermandad viril y combatiente el uniforme «feldgrau» alemán.

Después de la guerra, Marcel Deat fue juzgado por colaboracionista y, naturalmente, condenado a muerte… en rebeldía.

Sería muy extenso explicar los distintos avatares del RNP hasta el final de la guerra. Baste decir que con él las formulaciones neo-socialistas de Henri de Man, unido a la personalidad política de Marcel Deat, encuentran una ‘línea de masas» propia que coincide exactamente -la prueba es justamente su «colaboracionismo», aunque preferimos llamarlo «su patriotismo» durante la guerra mundial- con el movimiento de juventudes nacional revolucionarias que se estaba desarrollando por toda Europa.

Pero si Deat y de Man habían ido «más allá del socialismo», el colectivo «Ordre Nouveau», por esas mismas fechas, pretendía marchar, «más allá del nacionalismo». Las intenciones del colectivo quedaban diáfanamente expuestas en el párrafo final de la obra que dió fama al personaje más representativo del grupo, Thierry Maulnier: “La conciencia nacional y la conciencia revolucionaria separadas, erigidas frente a frente, no constituyen, una con mejor título que la otra, las fuerzas dialécticas de la creación del futuro, son tan solo estériles productos de una sociedad que muere. La conciencia nacional se hace conservadora, es decir, asocia estúpidamente al esfuerzo para perpetuar la realidad nacional, el esfuerzo para conservar en ella el poder de las fuerzas que la destruyen; la conciencia revolucionaria se hace antihistórica y antinacional, es decir trabaja para aniquilar lo que quiere liberar. Las mismas palabras ‘nacional’ y ‘revolucionario’ han sido hasta tal punto deshonradas por la demagogia, la mediocridad y el verbalismo, que son ya recibidas en Francia con una indiferencia bastante parecida al disgusto. El problema consiste hoy en superar esos mitos políticos fundados sobre los antagonismos económicos de una sociedad dividida; en liberar al nacionalismo de su carácter burgués y a la revolución de su carácter proletario; en interesar de una manera orgánica y total a la nación en la revolución, ya que sólo la nación es capaz de llevarla a cabo; en interesar igualmente a la revolución en la nación ya que sólo la revolución puede salvarla» (Más allá del nacionalismo).

Así como el fenómeno de Marcel Deat y Henry de Man se le llamó «neo-socialismo», a estos círculos se les apodó «neo-tradicionalismo» y también «nueva derecha», nombres que en realidad no nos dicen gran cosa.

El desencanto por el socialismo y el rechazo hacia la derecha y el capitalismo liberal hizo que algunos intelectuales que no mantenían inicialmente excesivas simpatías por los regímenes fascistas se agruparan en torno a revistas y sociedades culturales que defendían en la práctica los mismos postulados fascistas, pero sólo a nivel intelectual: Jean Pierre Maxence fundó «Les Cahiers» en 1928, dos años después Jean de Fabregues publicaba el primer número de «Reaction» y, por fin, en mayo de 1933, Arrnand Dandieu y Robert Aron iniciaba la edición de «L’Ordre Nouveau». Más tarde y en su misma tónica aparecerán «La lutte des jeunes» teniendo a Bertrandt de Jouvenel como animador, «L’Homme reel» y «Combat», de Roditi y Maulnier respectivamente, y así varios más. Toda esta amplia gama de publicaciones nos indica que el colectivo no tenía un carácter unitario, es la síntesis que estamos realizando la que sí lo tiene en función de que resalta los aspectos comunes, fuera de los dilettantismos que no fueron pocos. El interés revolucionario, la superación de las derechas y de las izquierdas, el rechazo al parlamentarismo, la definición que de ellos mismos se hacen en «Manifeste pour l’Ordre Nouveau» («tradicionalistas pero no conservadores, realistas pero no oportunistas, revolucionarios pero no rebeldes, constructores pero no destructores, ni belicistas ni pacifistas, patriotas pero no nacionalistas, socialistas pero no materialistas, personalistas pero no anarquistas, humanos pero no humanitarios) y una visión planificada y corporativa de la economía, dan la idea de lo que unía y separaba a este colectivo con el fenómeno nacional y revolucionario, que en teoría era poco. También se puede traslucir lo que les unía con la escuela personalista de Enmanuel Maunier (que rechazaba el stalinismo y el capitalismo en nombre del redescubrimiento de la persona humana, todo ello enmarcado dentro de una visión cristiana de la vida y cuyo pensamiento ha sido utilizado por elementos renovadores del catolicismo desde la derecha y desde la izquierda) y con el pensamiento nietzscheano.

Durante la guerra, la vorágine de los acontecimientos sumergió en el olvido todas estas teorías. Sin embargo, algunas personalidades siguieron trabajando en parecidas coordenadas. Thierry Maulnier, por ejemplo, en 1942, bajo la ocupación pudo escribir «Violencia y conciencia» y en 1951, «El rostro de medusa del comunismo» que, junto con «sociología del marxismo», de Jules Monnerot, pueden considerarse las «Biblia» del anticomunismo contemporáneo. Jouvenel y Aron también han seguido escribiendo pero, como en el caso de Junger en otro terreno, sus obras están desprovistas ya del carácter juvenil y rebelde de sus primeros escritos, se han transformado en conservadores a ultranza. El mismo título de la obra de Maulnier, «El rostro de Medusa…» es significativo: como aquel ser mitológico, el comunismo es la nueva Medusa que hiela la sangre de los civilizados y rectifica, disculpándose, sus arrebatos juveniles de antaño: «El derecho a equivocarse es el derecho fundamental del ser humano…… No menos se puede decir de Aron, quien considera que sólo la afirmación de los valores «cristianos y occidentales» puede detener al marxismo (curiosamente apenas llega a explicar cuáles son esos valores).

Pero esto poco importa. Lo escrito, escrito está, poco importa que quienes lo escribieran rectificaran luego su pensamiento si no hacían la crítica de lo que pensaran antes. De la «revolución del orden» de antes de la guerra, al «orden por el orden», es decir al conservadurismo reaccionario posterior, no había una secuencia evolutiva lógica, sólo un salto repentino. Nosotros nos quedamos con su pensamiento revolucionario, el que intenta hacer la síntesis del socialismo desprovisto de su componente materialista y del nacionalismo desprovisto de chauvinismo pequeño burgués. Y eso no se quedó en mera teoría: el PPF y el RNP lo asumieron… y lo pagaron con su sangre noble.

 

(1) George Valois fue un sindicalista en la preguerra que fundó en 1923 «Le Faisceau», primer movimiento fascista hecho a imagen y semejanza del modelo italiano. Más tarde, después de distintos avatares, Valois disolvió «Le Faisceau», adhiriéndose a SFIO. Resistente durante la guerra, fundó una editorial.


Benito Mussolini

enero 6, 2008

Mussolini nació en Dovia di Predappio el 29 de julio de 1.883 y era hijo de un herrero. Tuvo una formación autodidacta y trabajó como maestro y periodista en el norte de Italia; contrajo matrimonio con Rachele Guidi en 1.910 y de esta unión nacieron cinco hijos. Las autoridades le encarcelaron por su oposición a la guerra entre Italia y Libia (1.911-1.912). Poco después fue nombrado director de Avanti!, el periódico oficial del Partido Socialista (en el que había ingresado en 1.900) en Milán.

Mussolini     Cuando estalló la I Guerra Mundial en 1.914, la reacción inicial de Mussolini fue denunciar el carácter imperialista del conflicto desde una posición neutralista, pero no tardó en cambiar de opinión y reclamar la intervención de Italia en apoyo de los aliados. Fue expulsado del Partido Socialista y fundó en octubre de 1.914 su propio diario en Milán, Il Popolo d’Italia, que más tarde se convertiría en el órgano oficial del Partido Nacional Fascista.

    En el turbulento ambiente del Milán de la posguerra Mussolini fundó los Fascios Italianos de Combate en marzo de 1.919. Este movimiento de carácter nacionalista, antiliberal y antisocialista consiguió el apoyo de amplias capas de la sociedad. Tomó su nombre de las fasces, un antiguo símbolo de la disciplina romana. Su actividad se extendió por las zonas rurales, donde sus milicias de Camisas negras conseguían el respaldo de los terratenientes mientras atacaban a las ligas de campesinos y a las asociaciones socialistas. En un alarde de oportunismo, el fascismo abandonó su talante republicano para ganarse la confianza del Ejército y de la monarquía.

    Un día después de que los fascistas realizaran la denominada «marcha sobre Roma«, el rey Víctor Manuel III invitó a Mussolini a formar gobierno (29 de octubre de 1.922). En 1.926, el duce (voz italiana que significa «jefe», y título adoptado por Mussolini hacia 1.924) había transformado el país en un régimen unipartidista y totalitario basado en el poder del Gran Consejo Fascista, órgano de nueva creación, y respaldado por las milicias de seguridad nacional.

    Suprimido el Parlamento, creó la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones, con un mero carácter consultivo. Dentro del nuevo «Estado corporativo», los empresarios y los trabajadores se organizaban en grupos controlados por el partido que representaban a los distintos sectores de la economía. Se mantuvo el sistema capitalista y se incrementaron los servicios sociales, pero se abolieron los sindicatos independientes y el derecho a la huelga.

    Los Pactos de Letrán, firmados con el Vaticano en 1.929, terminaron con el conflicto que había enfrentado a la Iglesia y el Estado italiano desde 1.870. Otro de los legados perdurables del fascismo fue la creación de un sistema de holdings industriales financiados por el Estado.

    Mussolini adoptó una política exterior agresiva; contravino las recomendaciones de la Sociedad de Naciones e inició la conquista de Etiopía (Abisinia, 1.935-1.936), ganándose así la aclamación de casi todos los sectores de la sociedad italiana. No obstante, la popularidad del duce disminuyó cuando adoptó las siguientes medidas: el envío de tropas para apoyar al general Francisco Franco durante la Guerra Civil española (1.936-1.939),enviando a España a una división completa del Ejército italiano, la alianza con la Alemania gobernada por el nacionalsocialismo mediante la formación del Eje Roma-Berlín (1.936), que culminó con el denominado Pacto de Acero entre ambos estados (1.939), la promulgación de leyes contra los judíos y la invasión de Albania (1.939).

    Mussolini, cuyo Ejército no estaba preparado, no participó en la II Guerra Mundial hasta que los alemanes invadieron Francia en junio de 1.940. Italia luchó contra los británicos en África, invadió Grecia y se unió a los alemanes en el reparto de Yugoslavia, la invasión de la Unión Soviética y la declaración de guerra a Estados Unidos.

    Tras las múltiples derrotas que sufrieron los italianos en dichas operaciones bélicas el Gran Consejo Fascista destituyó a Mussolini el 25 de julio de 1.943, le detuvo al día siguiente y firmó en el mes de septiembre un armisticio con los aliados, que habían invadido el sur de Italia. Sin embargo, los alemanes rescataron en septiembre de ese mismo año a Mussolini, que proclamó la República Social Italiana, efímero régimen radicado en Salò (en la orilla occidental del lago de Garda, situado en el norte italiano) y que sólo subsistió por la protección alemana.

    El líder italiano intentó huir a Suiza con su amante, Clara Petacci, durante los últimos días de la guerra, pero ambos fueron capturados por miembros de la Resistencia italiana, quienes les fusilaron en Giulino di Mezzegra (en las proximidades del lago de Como) el 28 de abril de 1.945, siendo sus cuerpos expuestos públicamente en las calles de Milán.


Cornelio Zelea Codreanu

septiembre 8, 2007

Cornelio Zelea Codreanu 

Cornelio Codreanu es sin duda, una de las figuras más puras de la Tercera Posición, fundador-jefe de la Legión del Arcángel Miguel ,posteriormente conocida como la Guardia de Hierro rumana. La pureza de Codreanu resalta en un mundo en ruinas y de la descomposición de todo sentido  noble y heroico en la vocación política.

Cornelio Zelea Codreanu es una figura desconocida , la ignorancia sobre su vida y obra es explicable ,ya que el significado de su existencia se alza luminoso frente a las fuerzas del materialismo.

Cornelio Codreanu nació en Iasí, Rumania ,el 13 de Septiembre de 1899. La juventud de la que llegaría a ser <<el Capitán>> de la contestación vertical rumana esta marcada por los efectos de la I Guerra Mundial.

Su lucha lo enfrentara con el mundo decrepito de una clase dirigente escéptica y esclerótica contra la que luchara toda enérgicamente toda su vida. A la vez que una doble batalla contra el Comunismo Soviético y la Plutocracia Capitalista.

La formación del joven Cornelio se realizo en el Liceo militar de Manastirea-Deálulul. Codreanu describe en su libro “Guardia de Hierro” la importancia de esta etapa: <<<….el orden , la disciplina y la jerarquía, impresos en tierna edad en mi sangre junto a los sentimientos de dignidad ,marcaron con su trazo rojo toda mi actividad aquí he aprendido  amar las trincheras y despreciar los salones..>>> .

Su ingreso en la Facultad de Derecho coincide con la crítica situación de post-guerra, el comunismo triunfante en Rusia amenaza a Rumania desde adentro mordiendo en las clases más desposeídas.

La lucha comenzada en la calle, pronto se traslada a los recintos universitarios , Cornelio es presidente del centro de estudiantes de Derecho y luego de la Asociación de Estudiantes Cristianos, ira adquiriendo un prestigio que pronto alcanzara dimensiones nacionales.

En el otoño de 1922 Codreanu se establece en Berlín donde se inscribe en la Facultad de Economía Política , en su estancia en Alemania convive con el pueblo y admira su disciplina y nobleza de espíritu frente a la crisis que soporta tras la derrota , es ahí cuando Codreanu se entera de “La Marcha sobre Roma”y de la toma del poder por los fascistas comandados por Benito Mussolini; el viento romano del fascio imperial con sus banderas negras avanza desplazando al marxismo y al viejo liberalismo

En 1923 el combate universitario logra eco en la población popular , indicio del despertar del alma rumana , para canalizar las nuevas energías que surgen se funda la Liga de Defensa Cristiana bajo el impulso de Codreanu y la conducción del profesor Cuza, hasta que caen en prisión ,las condiciones de la cárcel de Vacarestí formaran un lazo fraternal indestructible que será el núcleo del Movimiento Legionario rumano.

El 24 de junio de 1927 en su cuarto del Centro Cultural cristiano reúne al grupo de camaradas que compartieron con el la prisión y funda bajo su jefatura “La Legión del Arcángel Miguel” dicha reunión dura solo un minuto con el lema:<<<Vengan a estas filas los que crean sin restricción , queden fuera los que tienen dudas>>> .

Los organismos bases del Movimiento Legionario , integran a la totalidad de la comunidad popular rumana, siendo la juventud la medula de la organización.

LAS HERMANDADES DE LA CRUZ: era la sección que agrupaba a los estudiantes de secundaria entre los 14 y los 20 años ,organizados bajo las mística guerrera de los cruzados medievales.

CETATUI : significa “Fortaleza”fue la agrupación femenina de la Legión ,constituía una sólida base de apoyo en los Campos de Trabajo, en los Batallones de Comercio ,en universidades y fabricas.

CAMPOS DE TRABAJO: eran destacamentos voluntarios de trabajadores comunitarios cuyo objetivo era despertar la fe patriótica del servicio.

BATALLON DE COMERCIO LEGIONARIO: organismo ocupado del autofinanciamiento de los miembros y del Movimiento a través de su propio comercio con redes de sastrerías, restaurantes y tiendas en los distintos puntos de Rumania pero con el mínimo de ganancia.

SECCIÓN MOTZA Y MARIN: como todo movimiento , La Legión tenia un núcleo selecto para aquellos que habían decidido vivir el ideal hasta la muerte, esta sección tenia los nombres de los combatientes legionarios Ion Motza y Marín quienes cayeron en España combatiendo al comunismo el 13 de enero de 1937 . esta sección representaba la vanguardia de la Legión ,recorrían Rumania dando testimonio de la grandeza del ideal legionario . reprimidos una y otra vez, visitaron todas las cárceles y el camino del martirio y la muerte. Este continuo sufrimiento es representado en la cruz, centro de la historia legionaria ,no en vano el distintivo de la Legión o Guardia de Hierro son seis barras cruzadas, la cruz y las rejas de la cárcel.

El ejemplo de Codreanu representa una alternativa atemporal frente a las circunstancias de los pueblos, como permanencia de valores inmutables a cuyas constantes debemos de acudir continuamente como ante una presencia viva de las fuerzas de lo alto, fuerzas vivificantes y luminosas para construir nuestra alternativa propia nacional.

Algunos podrían suponer que la Legión del Arcángel Miguel era una organización conservadora-clerical dada a la pasividad. Por el contrario la Legión desarrollo un tipo superior  de espiritualidad fundada en la renuncia del egoísmo y del interés, en una mística guerrera de sacrificio y fe en un esfuerzo de  conquista viril de la inmortalidad por el esfuerzo en la Milicia del espíritu, Codreanu era caritativo con los pobres, misericordioso, religioso pero sin ser beato ,oraba 2 veces al día y practicaba el ayuno “negro” o sea total todos los viernes. Su tipo era ario-romano como los antiguos Cesares, con unos ojos gris-azulados que expresaban la dureza y fría voluntad de los jefes con fuerza, idealismo e interioridad humana

Para impedir el advenimiento legionario en Rumania logrado en las urnas electorales abrumadoramente, la anti-patria encarnada en el Rey masónico Karol, apoyado por las plutocracias occidentales realizo la mas brutal de las represiones políticas, incluyendo el asesinato de Codreanu y miles de jóvenes en 1938. Para 1944 la suma de caídos de la Legión sumaba ya los 6000 muertos.

El cuerpo muerto de Codreanu fue hallado en una fosa común en 1940 junto con los de otros dirigentes ,pese a llevar ya 2 años bajo tierra, su cuerpo se hallaba incorrupto ,absolutamente inalterado, excepto el rostro desfigurado por la cal viva y el ácido sulfúrico.

A más de medio siglo de estos hechos que dan testimonio de una generación que resistió los embates de las potencias del materialismo sirva a las juventudes el noble ejemplo de Cornelio Codreanu.


Ezra Pound

agosto 7, 2007

 https://i0.wp.com/web.uccs.edu/english339/ezrapound.jpgEzra Weston Loomis Pound (Hailey, Idaho, Estados Unidos, 30 de octubre de 1885Venecia, Italia, 1 de noviembre de 1972), poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense perteneciente a la Lost Generation —«generación perdida»— que predicó fogosamente el rescate de la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria.

Su obra monumental, los Cantos, o Cantares, le llevó gran parte de su vida. El crítico Hugh Kenner dijo tras encontrarse con Pound: «He tomado de repente conciencia de que estaba en el centro del modernismo».

Pound fue un ferviente seguidor de Benito Mussolini y fue criticado por su antisemitismo. Su compromiso con Mussolini le significó ser condenado en 1945.

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Londres 

La primera poesía de Pound estuvo influida por los poetas del siglo XIX (especialmente los prerrafaelitas), la literatura medieval y la filosofía ocultista y mística neo-romántica.

Cuando se trasladó a Londres, echó mano de las lenguas y de las formas poéticas arcaicas en un intento por rehacerse como poeta. Fue amigo de W.B. Yeats, a quien consideraba el mayor poeta vivo, y para quien, eventualmente, trabajó como secretario.

En 1914, Pound se casa con Dorothy Shakespear, hija de Olivia Shakespear, novelista y amante de W.B. Yeats.

En los años anteriores a la Primera Guerra Mundial fue miembro muy destacado del Imaginismo y contribuyó con el Vorticismo, movimientos que dieron a conocer el trabajo de artistas como James Joyce, Wyndham Lewis, William Carlos Williams, H.D., Richard Aldington, Marianne Moore, Rabindranath Tagore, Robert Frost, Rebecca West y Henri Gaudier-Brzeska. Por aquel entonces fue cuando Pound revisó La tierra baldía de su amigo T. S. Eliot.

En 1915 publica Cathay, un pequeño volumen de poemas de Li Po traducidos por Ernest Fenollosa y reelaborados por Pound. Al contrario que los traductores americanos anteriores de la poesía china, estas versiones en verso libre ofrecen a los lectores textos comprensibles. Muchos críticos consideran los poemas de Cathay como la realización más acertada del Imaginismo. Sin embargo, como traducciones, continúan siendo fuente de controversias ya que ni Fenollosa ni Pound jamás hablaron o leyeron el chino con soltura; además de criticársele al poeta norteamericano el que omitiera o agregara secciones sin ninguna base en los originales. Para Hugh Kenner estas aparentes traducciones de textos orientales antiguos hoy se ven como experimentos poéticos.

Tras la guerra, Pound abandonará Inglaterra, pero antes publica Homage to Sextus Propertius (1919) y Hugh Selwyn Mauberley (1920).

París 

En 1920 se traslada a París, donde se movió en el círculo de los artistas que revolucionaron el arte moderno. Fue amigo de Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Fernand Léger y otras figuras del Dadá y del Surrealismo. Allí continuó trabajando en The Cantos, en el que cada vez se refleja más sus preocupaciones políticas y económicas. Durante este periodo también escribió prosa crítica, traducciones, dos óperas (con ayuda de George Antheil) y varias piezas para violín.

Italia 

El 10 de octubre de 1924, abandona París con destino a Rapallo. En Italia continuó siendo un catalizador creativo, además de convertirse en admirador de Mussolini. Es entonces cuando el antisemitismo comienza a aparecer en sus textos. En 1939, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, viaja a Estados Unidos. Aunque consideró quedarse allí, finalmente decidió volver tanto por motivos ideológicos como personales.

Durante el conflicto fue propagandista del Eje en radio y en prensa.

Cuando en 1943 Mussolini se declaró presidente de la nueva república de Saló, Pound desempeñó un papel significativo en las actividades culturales y de propaganda. El 2 de mayo de 1945 fue arrestado por los partisanos italianos y llevado al Cuartel General de Chiavari, donde lo declararon como «sin interés». Posteriormente se entregó a las fuerzas de los EE.UU. Fue encarcelado en un campo de prisioneros en Pisa, donde bosquejó los Cantos Pisanos (primer Premio Bollingen de la Biblioteca del Congreso en 1948), sección que marca un cambio en la obra de Pound, pues se convierte en una meditación sobre la ruina de Europa y su lugar natural en el mundo.

St. Elizabeth 

Tras la guerra, Pound fue juzgado en Estados Unidos por traición. Las intermediación de diferentes figuras del mundo cultural consiguió que se le declarara loco (así se le salvaba de una potencial pena de muerte) y que se le internara en el hospital del St. Elizabeth, donde permaneció durante doce años (1946–1958). Allí continuó elaborando The Cantos, además de traducir a Confucio.

Vuelta a Italia y muerte 

En 1958 volvió a Italia, donde permaneció hasta su muerte en 1972. Aunque prosiguió con The Cantos, los veía como poco artísticos. Allen Ginsberg, en una entrevista con Michael Reck, indicó que Pound parecía lamentar muchos de sus últimos textos y que su obra tuviera que llevar el sambenito del antisemitismo [1].

Obra 

La poesía de Pound cita y hace referencias a Homero, Confucio y Dante; aborda las mitologías y teorías económicas, así como muchos hechos históricos, e incluye palabras en griego y latín e ideogramas chinos, en un descomunal intento de construir una visión caleidoscópica de la historia y la cultura.

Sus escritos ensayísticos, agrupados en El ABC de la lectura y en Cómo leer, entre otros, son elegantes y contundentes, crudos y ásperos, sutiles y dialécticos, pero nunca interrogativos. Abogó con ímpetu de propagandista por una poesía «pegada al hueso», es decir, libre de adornos, a los que llamaba «fiorituras», en un símil con la música. Estableció un itinerario de lecturas para quien quisiera comprender la poesía, a la que consideraba un arte en progreso. La lista de sus preferencias excluye notoriamente a Shakespeare, al barroco español y al romanticismo. Esta arbitrariedad tiene que ver, sin embargo, con su concepción acerca de cuál era el objetivo hacia el que la poesía marchaba a través de los siglos. Su idea de la fioritura parece incluir que esa forma corresponde a la efusión sentimental desmedida, a la que también rechazaba.

Influencia 

Debido a sus opiniones políticas, Pound fue muy criticado en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, es casi imposible olvidar el papel central que desempeñó en la revolución poética de su tiempo: fue uno de los primeros poetas en emplear con éxito el verso libre en composiciones extensas. The Cantos sirvió como piedra de toque para Allen Ginsberg y el resto de la Generación Beat.

Hay críticos que consideran que casi cualquier poeta experimental inglés de comienzos de siglo está en deuda con Pound.

Como crítico, redactor o promotor ayudó a Yeats, Eliot, Joyce, Wyndham Lewis, Robert Fost, William Carlos Williams, H.D., Marianne Moore, Ernest Hemingway, D. H. Lawrence, Louis Zukofsky, Basil Bunting, George Oppen, Charles Olson, entre otros.

Como traductor, aunque su conocimiento de las lenguas es discutible, Pound hizo mucho para llevar la poesía provenzal y china al público de habla inglesa. También tradujo, defendió y consiguió que se mantuvieran vivas —al menos para los poetas— las obras clásicas griegas, latinas y anglosajonas.

En España es muy perceptible su huella en no pocos novísimos y en buena parte de los poetas posteriores a ellos.

Enlaces externos


Santiago Ramón y Cajal

diciembre 17, 2006

La voz de un español de veras.

En el 150 aniversario del nacimiento Santiago Ramón y Cajal (1852-1934).
«No soy en realidad un sabio sino un español.»
Santiago Ramón y Cajal.

En este año que conmemoramos el 150º aniversario del nacimiento de Don Santiago Ramón y Cajal, viene a cuento aquella anécdota, contada por Barrés, de una aristócrata española que, al preguntarle un invitado suyo, extranjero -disponiéndose para ir a presenciar una corrida de toros y viendo que la dama vestía de calle, tocándose con sombrero-: «¿Cómo usted para ir a los toros no se pone mantilla?, respondió: «Porque como soy española, no necesito disfrazarme de española». Ramón y Cajal era un español tan verdaderamente sabio que no necesitaba disfrazarse de serlo. Don Santiago Ramón y Cajal, como era sabio, no necesitaba disfrazarse de sabio. Su imagen perdura como casticísima figura popular de la calle, y de sus cafés madrileños: El Suizo, Castilla…

Don Miguel de Unamuno dijo que el café es la Universidad Popular de España. Un tiempo lo era. Este Don Santiago Ramón y Cajal, tan castizamente español, ¿lo fue tanto -recordemos sus Charlas de café y El mundo visto a los ochenta años– que, a fuerza de serlo, nos podría parecer que si, como español, nunca se disfrazó de sabio, tal vez, como sabio, algunas veces parecía que se quería disfrazar de español? El se llamó a sí mismo españolista. El mismo escribió en sus memorias: «Mi fuerza fue el sentimiento patriótico. Mi ideal, aumentar el caudal de ideas españolas circulantes por el mundo, granjeando respeto y simpatía para nuestra ciencia. No soy en realidad un sabio sino un español».

Me adelantaré a declarar, para evitar equívocos, que tengo al genial sabio que fue Cajal por uno de los grandes españoles de todos los tiempos. El sentir popular español, expresado madrileñamente por un personaje de un sainete de Arniches, nos dice, con la fina gracia popular que captó y creó en su lenguaje el genial sainetero, refiriéndose a alguno al que se le atribuye mucho saber, que «sabe tanto como don Santiago Ramón y Cajal juntos». Meditemos esto. Pues advertimos que este juntos de la frase chistosa corresponde a la dualidad de Cajal: un español que nunca se disfrazó de sabio: un sabio que parecía que alguna vez -más o menos consciente, voluntariamente- se nos aparece como disfrazado de español. Como si al no querer enmascararse de sabio se desenmascarase, por así decirlo, naturalmente, de español. Y este español, digo, tiene conciencia histórica de serlo.

Santiago Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón, pequeño pueblo navarro, el 1 de mayo de 1852. Hijo de un médico rural que inclina su vocación hacia la Medicina, cambiándola por su incipiente atracción pictórica. Estudia en la Universidad de Zaragoza. Dedica toda su vida a la investigación y a la enseñanza: catedrático de Anatomía en Valencia y de Histología nomal y Patología en Barcelona y Madrid. Director del Instituto Nacional de Higiene (1899) y del Laboratorio de Investigaciones Biológicas (1901). Premio Nobel de Medicina (1906), que comparte con Golgi, como reconocimiento a sus trabajos acerca de las células nerviosas. Premio Internacional de Moscú (1899) y medalla de oro de Helmholtz (1905). Con su teoría y descubrimientos sobre la neurona, que es acogida con gran éxito en Berlín (1889), irrumpe por primera vez en la Historia de la Medicina; siguen su hipótesis acerca de la continuidad de la sustancia nerviosa, con lo que rompe definitivamente con la teoría de Galeno; y culmina la obra comenzada por Schleiden, Schwuan y más tarde pro Virchow, acerca de la teoría celular. Santiago Ramón y Cajal murió en Madrid el 17 de octubre de 1934.

La aportación de Ramón y Cajal al conocimiento de la morfología, fisiología y patología de las neuronas es inestimable. Sus publicaciones científicas son abundantes y siguen el ritmo de sus investigaciones, que poco a poco, transmite en su Revista de Histología normal y patológica, en Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas y en innumerables revistas internacionales. De manera más profunda y extensa expone sus teorías en una serie de libros: Manual de Anatomía patológica general (1889), Histología del sistema de nervioso del hombre y los vertebrados (1897-1904), Degeneración y regeneración del sistema nervioso (1912-14), La fotografía de los colores. Fundamentos científicos y reglas prácticas (1912), Manual técnico de Anatomía patológica (1918), La teoría de la neurona, etc. Su actividad investigadora no le impide descubrir el encanto de lo cotidiano, que manifiesta en una breve, pero interesante, producción literaria: Cuentos de vacaciones (1905), Charlas de café (1923), Recuerdos de mi vida (1917) y El mundo visto a los ochenta años (1934).

Cuando hace ciencia, es cuando Cajal se nos figura español de veras. Como aquel otro gran español y gran sabio que recordamos, su contemporáneo Menéndez Pelayo (al que Cajal, como tantos otros españoles, leyó muy poco y entendió muy mal), el genial neurólogo nos habla de ciencia española, de ideas españolas. Y yo no quisiera figurarme, tomando un sentido literal y literario esta adjetivación de españolidad, algo así como una ciencia con capa castiza como la que llevaron, muy garbosamente, don Marcelino y don Santiago; o, también, unas bellas ideas tocadas castizamente con mantilla, y hasta de madroños madrileñísimos; blanca y negra, correspondiendo a las dos leyendas de nuestra España; la negra y la blanca; a la que el propio Cajal propuso seriamente que añadiésemos una tercera, para verificar con exactitud: la leyenda gris. Y esto de gris ya nos acerca al genial morfólogo de la neurología, al analítico inventor (invención es hallazgo) de la maravillosa «textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados».

Ramón y Cajal juntos, es un hombre que, efectivamente, junta en sí esas dos modalidades características de un ser humano: la de sabio y la de español. El sabio, el español auténtico, que dejó a su paso por el mundo una obra admirable de investigador, de inventor de ciencia verdadera. «Fenómeno único en la historia de las Ciencias Biológicas», le llamó el húngaro Lenhossek, sabio de su misma especialidad: porque se produjo «en la más absoluta soledad científica». ¡Soledad española! Científica y poética. En la soledad de las soledades. Y como dijo el poeta: «Solo y a solas conmigo / mis soledades las siento / como si no fueran mías, / ni fuese yo quien las tengo»

Francisco Arias Solis.


Cornelio Zelea Codreanu

noviembre 23, 2006

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Cornelio Codreanu es sin duda, una de las figuras más puras de la Tercera Posición, fundador-jefe de la Legión del Arcángel Miguel ,posteriormente conocida como la Guardia de Hierro rumana. La pureza de Codreanu resalta en un mundo en ruinas y de la descomposición de todo sentido  noble y heroico en la vocación política.

Cornelio Zelea Codreanu es una figura desconocida , la ignorancia sobre su vida y obra es explicable ,ya que el significado de su existencia se alza luminoso frente a las fuerzas del materialismo.

Cornelio Codreanu nació en Iasí, Rumania ,el 13 de Septiembre de 1899. La juventud de la que llegaría a ser <<el Capitán>> de la contestación vertical rumana esta marcada por los efectos de la I Guerra Mundial.

Su lucha lo enfrentara con el mundo decrepito de una clase dirigente escéptica y esclerótica contra la que luchara toda enérgicamente toda su vida. A la vez que una doble batalla contra el Comunismo Soviético y la Plutocracia Capitalista.

La formación del joven Cornelio se realizo en el Liceo militar de Manastirea-Deálulul. Codreanu describe en su libro “Guardia de Hierro” la importancia de esta etapa: <<<….el orden , la disciplina y la jerarquía, impresos en tierna edad en mi sangre junto a los sentimientos de dignidad ,marcaron con su trazo rojo toda mi actividad aquí he aprendido  amar las trincheras y despreciar los salones..>>> .

Su ingreso en la Facultad de Derecho coincide con la crítica situación de post-guerra, el comunismo triunfante en Rusia amenaza a Rumania desde adentro mordiendo en las clases más desposeídas.

La lucha comenzada en la calle, pronto se traslada a los recintos universitarios , Cornelio es presidente del centro de estudiantes de Derecho y luego de la Asociación de Estudiantes Cristianos, ira adquiriendo un prestigio que pronto alcanzara dimensiones nacionales.

En el otoño de 1922 Codreanu se establece en Berlín donde se inscribe en la Facultad de Economía Política , en su estancia en Alemania convive con el pueblo y admira su disciplina y nobleza de espíritu frente a la crisis que soporta tras la derrota , es ahí cuando Codreanu se entera de “La Marcha sobre Roma”y de la toma del poder por los fascistas comandados por Benito Mussolini; el viento romano del fascio imperial con sus banderas negras avanza desplazando al marxismo y al viejo liberalismo

En 1923 el combate universitario logra eco en la población popular , indicio del despertar del alma rumana , para canalizar las nuevas energías que surgen se funda la Liga de Defensa Cristiana bajo el impulso de Codreanu y la conducción del profesor Cuza, hasta que caen en prisión ,las condiciones de la cárcel de Vacarestí formaran un lazo fraternal indestructible que será el núcleo del Movimiento Legionario rumano.

El 24 de junio de 1927 en su cuarto del Centro Cultural cristiano reúne al grupo de camaradas que compartieron con el la prisión y funda bajo su jefatura “La Legión del Arcángel Miguel” dicha reunión dura solo un minuto con el lema:<<<Vengan a estas filas los que crean sin restricción , queden fuera los que tienen dudas>>> .

Los organismos bases del Movimiento Legionario , integran a la totalidad de la comunidad popular rumana, siendo la juventud la medula de la organización.

LAS HERMANDADES DE LA CRUZ: era la sección que agrupaba a los estudiantes de secundaria entre los 14 y los 20 años ,organizados bajo las mística guerrera de los cruzados medievales.

CETATUI : significa “Fortaleza”fue la agrupación femenina de la Legión ,constituía una sólida base de apoyo en los Campos de Trabajo, en los Batallones de Comercio ,en universidades y fabricas.

CAMPOS DE TRABAJO: eran destacamentos voluntarios de trabajadores comunitarios cuyo objetivo era despertar la fe patriótica del servicio.

BATALLON DE COMERCIO LEGIONARIO: organismo ocupado del autofinanciamiento de los miembros y del Movimiento a través de su propio comercio con redes de sastrerías, restaurantes y tiendas en los distintos puntos de Rumania pero con el mínimo de ganancia.

SECCIÓN MOTZA Y MARIN: como todo movimiento , La Legión tenia un núcleo selecto para aquellos que habían decidido vivir el ideal hasta la muerte, esta sección tenia los nombres de los combatientes legionarios Ion Motza y Marín quienes cayeron en España combatiendo al comunismo el 13 de enero de 1937 . esta sección representaba la vanguardia de la Legión ,recorrían Rumania dando testimonio de la grandeza del ideal legionario . reprimidos una y otra vez, visitaron todas las cárceles y el camino del martirio y la muerte. Este continuo sufrimiento es representado en la cruz, centro de la historia legionaria ,no en vano el distintivo de la Legión o Guardia de Hierro son seis barras cruzadas, la cruz y las rejas de la cárcel.

El ejemplo de Codreanu representa una alternativa atemporal frente a las circunstancias de los pueblos, como permanencia de valores inmutables a cuyas constantes debemos de acudir continuamente como ante una presencia viva de las fuerzas de lo alto, fuerzas vivificantes y luminosas para construir nuestra alternativa propia nacional.

Algunos podrían suponer que la Legión del Arcángel Miguel era una organización conservadora-clerical dada a la pasividad. Por el contrario la Legión desarrollo un tipo superior  de espiritualidad fundada en la renuncia del egoísmo y del interés, en una mística guerrera de sacrificio y fe en un esfuerzo de  conquista viril de la inmortalidad por el esfuerzo en la Milicia del espíritu, Codreanu era caritativo con los pobres, misericordioso, religioso pero sin ser beato ,oraba 2 veces al día y practicaba el ayuno “negro” o sea total todos los viernes. Su tipo era ario-romano como los antiguos Cesares, con unos ojos gris-azulados que expresaban la dureza y fría voluntad de los jefes con fuerza, idealismo e interioridad humana

Para impedir el advenimiento legionario en Rumania logrado en las urnas electorales abrumadoramente, la anti-patria encarnada en el Rey masónico Karol, apoyado por las plutocracias occidentales realizo la mas brutal de las represiones políticas, incluyendo el asesinato de Codreanu y miles de jóvenes en 1938. Para 1944 la suma de caídos de la Legión sumaba ya los 6000 muertos.

El cuerpo muerto de Codreanu fue hallado en una fosa común en 1940 junto con los de otros dirigentes ,pese a llevar ya 2 años bajo tierra, su cuerpo se hallaba incorrupto ,absolutamente inalterado, excepto el rostro desfigurado por la cal viva y el ácido sulfúrico.

A más de medio siglo de estos hechos que dan testimonio de una generación que resistió los embates de las potencias del materialismo sirva a las juventudes el noble ejemplo de Cornelio Codreanu.


Ramiro Ledesma Ramos

noviembre 5, 2006

Ramiro Ledesma Ramos «Ramiro Ledesma Ramos (1905-1936) Político y Escritor. Fundador de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas (JONS), uno de los teóricos que más han influido en la concepción del Movimiento Nacional iniciado en 1936, Ramiro Ledesma Ramos nació en Alfaraz (Zamora) el 23 de mayo de 1905 y murió fusilado por los republicanos en Aravaca (Madrid) el 29 de octubre de 1936. Estudió las Carreras de Filosofía y Letras y Ciencias Físicas y Matemáticas, licenciándose en ambas por la Universidad de Madrid. Aventajado discípulo de Ortega y Gasset, profundizó en el estudio del filósofo Martín Heidegger y colaboró, desde muy joven, en «La Gaceta Literaria» y la «Revista de Occidente». Por entonces escribió, también, su única novela, El sello de la muerte. Ramiro Ledesma tenía veinticinco años al ocupar la dirección de la revista «La Conquista del Estado» (14 de marzo de 1931), coincidiendo este momento con su irrupción en la política activa. Entrada verdaderamente extraña para quienes le conocían antes, para quienes habían asistido a su primera juventud de estudioso de la Filosofía y las Matemáticas, reflejada en sus trabajos de la «Revista de Occidente», pero que él justificará luego señalando que: «Toda novedad auténtica está condenada por radical designio, a no ser comprendida. Es el caso de las juventudes cuando acometen la creación de nuevos estilos de vitalidad.» El periódico, en el que colaboraban principalmente Giménez Caballero, Juan Aparicio, Souto Vilas, Emiliano Aguado, Bermúdez Cañete estaba vinculado a dos consignas fundamentales: nacionalismo profundo y revolución de carácter económico-sindical. Al poco tiempo de salir, su director es encarcelado como consecuencia de los intentos de protesta por el viaje de Maciá a Madrid y Ledesma pasa diez días en la cárcel Modelo. El 25 de julio (1931) es suspendido el periódico no reanudando la publicación hasta el mes de octubre, en cuyo número, se anunciaba la próxima fundación de la organización política (J. O. N. S.). Las J. O. N. S., cuyo espíritu respondía a una profunda inquietud social y a una actitud Nacional Sindicalista, se fundaron el 30 de noviembre de 1931. Según su fundador, equivalían al «abandono de las tácticas de aproximación a los intentos subversivos de los anarcosindicalistas. Un afán de crear la propia doctrina. Quieren la unidad intangible de España. Postulan el respeto a la tradición religiosa. Llaman de modo preferente a las juventudes, no admitiendo en su seno sino a los españoles menores de cuarenta y cinco años. Manifiestan su incompatibilidad radical con el marxismo. Y representan una demanda imperiosa de revolución social-económica, a base de la sindicación obligatoria, la intervención nacional de la riqueza y la dignificación plena de los trabajadores». En abril de 1932, Ramiro Ledesma Ramos pronuncia una conferencia en el Ateneo sobre el tema Fascismo frente a marxismo, que no puede terminar por las protestas del público y que alcanza resonancia en la Prensa. El 10 de agosto de aquel año vuelve a ser detenido a consecuencia de los sucesos antirepublicanos, encarcelamiento que se volverá a repetir a fines de enero de 1933 para cumplir una condena de dos meses. Al salir de la cárcel participa en el consejo de Redacción del recién creado «El Fascio», semanario que dirigió Delgado Barreto, del que salió un solo número y en cuyo consejo de redacción participaron Giménez Caballero, Primo de Rivera, Ramiro Ledesma, Sánchez Mazas y Juan Aparicio. En abril se traslada a Portugal, donde se encuentra exiliado Onésimo Redondo y deciden fundar la revista «JONS» como órgano teórico de la organización y cuyo primer número salió a la calle en mayo de aquel mismo año. Tres meses después ingresó en el penal de Ocaña acusado de complot contra la República. Al ser puesto en libertad, en el mes de agosto, se dirigió a San Sebastián donde se entrevistó, por mediación de José María de Areilza, con los dirigentes falangistas Primo de Rivera, Ruiz de Alda y García Valdecasas. En el mes de octubre asiste al acto fundacional de la Falange en el teatro de la Comedia de Madrid y los días 11 y 12 de febrero reúne al Consejo Nacional Jonsista, con el fin de discutir una posible unificación con Falange. Una vez perfiladas y aceptadas las bases del acuerdo, éste fue firmado por los máximos dirigentes Ledesma Ramos y Primo de Rivera. Sin embargo, hubo discrepancias como la del prestigioso jonsista Montero Díaz que se apartó de la organización. La estructura jerárquica adoptada por la nueva Organización fue la de una junta de Mando Nacional, constituida por José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, Ruiz de Alda, Onésimo Redondo, Raimundo Fernández Cuesta y Rafael Sánchez Mazas.
Desde entonces ésta se llamó Falange Española y de las JONS y tuvo a la cabeza, hasta septiembre de 1934, un triunvirato dirigente formado por Ruiz de Alda, Primo de Rivera y Ledesma Ramos. Debido al resurgimiento de ciertas discrepancias, en el mes de septiembre, el triunvirato delegó sus funciones ejecutivas en Primo de Rivera, que convocó el primer Consejo Nacional de F. E. y de las JONS. En éste, y a propuesta de Sánchez Mazas, fue nombrado jefe Nacional José Antonio y Presidente de la junta política a Ledesma Ramos, que previamente había aceptado la jefatura de aquél. Poco después de la Revolución de octubre en Asturias y Cataluña, propuso que el partido, de acuerdo con jóvenes mandos del ejército, pasara a la acción armada. En la primera decena de noviembre redactó, por encargo de la junta, el Anteproyecto de los Estatutos que contenían los veintisiete puntos de la Falange, que serían retocados, para su aprobación definitiva, por Primo de Rivera. A finales de diciembre de 1934, el Partido está en crisis y la junta Política se reúne sin encontrar un remedio a la situación. Las JONS habían incorporado obreros a las filas de la Falange, pero aún estaba en plena elaboración la vertebración sindicalista, cuando se había llegado a la fusión de las dos fuerzas. Manuel Hedilla había creado la primera y muy limitada organización sindical de la Falange. El rompimiento entre José Antonio y Ramiro Ledesma fue más por la presencia en la Falange de dos tendencias extremas en los escalones de mando inmediatamente a ellos, que por una intransigencia personal de ambos. Efectivamente estas tendencias se manifestaban por una parte, entre elementos procedentes de las JONS que veían en los falangistas hombres más preparados intelectualmente pero que les producían reservas en cuanto a su capacidad revolucionaria, procedentes como eran de capas burguesas y acomodadas. Recelaban a su vez los falangistas de los jonsistas, que al ser en su mayoría de origen obrero podrían proletarizar en extremo peligroso a la Falange y especialmente por la presencia, de entre aquellos, exmilitantes de la izquierda que pretendían conservar modos y tácticas troskistas.
A la salida de la reunión decide, junto con Onésimo Redondo, Sotomayor y Manuel Mateo, separar a las fuerzas jonsistas del partido; escisión que se llevó a efecto en enero de 1935. Ledesma intentó recrear las JONS, mas nunca logró tener un número suficiente de miembros para hacerlas viables, mientras que por su parte la Falange aumentaba progresivamente sus filas. La nueva agrupación saca un nuevo semanario, «La Patria libre», que polemizará agriamente con Falange. En el mes de mayo publicó su libro Discurso a las juventudes de España y en noviembre del mismo año su obra Fascismo en España (sus orígenes, su desarrollo, sus hombres) (Ramiro Ledesma firmó este libro bajo el seudónimo de Roberto Lanza) en el que señala que «para ellos su escisión y rompimiento con Falange equivale, de hecho, a la liquidación definitiva de una concepción que les era preciso superar» y el libro termina con estas palabras: «A Ramiro Ledesma y a sus camaradas les viene mejor la camisa roja de Garibaldi que la camisa negra de Mussolini.» En mayo de 1936 visitó a José Antonio en la cárcel Modelo de Madrid y se ofreció a Falange para todo. En el mes de julio editó el primer y único número de la revista «Nuestra Revolución» y pocos días después del Alzamiento del 18 de julio, es detenido e ingresado en la prisión de Ventas, de donde fue sacado, junto con Ramiro de Maeztu, para ser fusilado en Aravaca el 29 de octubre de 1936. Le fue otorgado a título póstumo la Palma de Plata del Movimiento. Obras principales: Discurso a las juventudes de España, ¿Fascismo en España?, Escritos filosóficos, &c.» (Diccionario Biográfico Español Contemporáneo, Círculo de Amigos de la Historia, Madrid 1970, vol. 2, pág. 910-912.)


Julios Evola, por Alain de Benoist

octubre 17, 2006

Julius Evola

Alain de Benoist

[Traducción: Santyago Rivas]

 

“Lo que sigue concierne únicamente al hombre que, comprometido en el mundo actual y para el cual la vida moderna está más allá del punto problemático y paroxístico, no pertenece interiormente a este mundo y se siente, por su esencia, miembro de una raza diferente a aquella de la mayor parte de los hombres de hoy en día” (Julius Evola, Cabalgar el tigre).

Talla alta, porte aristocrático, paralítico de las dos piernas tras un bombardeo durante la guerra, el filósofo Julius Evola escribió para un pequeño número de hombres, para aquellos que aun permanecen “de pie, entre las ruinas”. Murió el 11 de junio de 1974, a la edad de 76 años. Exactamente a las 15,15 horas, tal y como él mismo había predicho, dos años antes, a su amigo y discípulo Georges Gondinet. Sus cenizas fueron depositadas por su hijo Vittorio en la cumbre del Monte Rossa, en los Alpes italianos. Sobre la urna, siguiendo sus indicaciones, fue grabada una inscripción: «Non é caduto, é morto» («Murió, no es un caído»).

Julius Evola fue, en Italia, el más eminente representante de un pensamiento «tradicional» que él mismo hacía remontar a Joseph de Maistre, José Donoso Cortés, Taparelli d´Azeglio y Solaro della Margherita. Se le ha comparado con el alemán Ernst Jünger o, más justamente, con el francés René Guènon.

En el viejo conflicto entre los güelfos, partidarios exclusivos del papado, y los gibelinos, para quienes el Imperio Romano Germánico fue, mucho antes que la Iglesia, una institución de carácter sobrenatural, el corazón de Julius Evola militaba con los segundos.

Rebelión contra el mundo moderno

Nacido huérfano en Roma, el 19 de mayo de 1898, el barón Julius Evola fue educado desde la infancia en lengua alemana, y ya en su temprana juventud estaba familiarizado con las obras de Nietzsche, Michelstädter y Otto Weininger. Durante la Primera Guerra Mundial luchó como oficial de artillería en el frente alpino contra los austríacos. Tomó parte activa en los movimientos estéticos y culturales de vanguardia que se desarrollaron en Italia, especialmente el dadaísmo de Tristan Tzara y, en menor medida, el futurismo de Marinetti, como poeta y como pintor. En 1920 publicó, en Munich, un artículo sobre El arte abstracto, que supuso su consagración dentro del dadaísmo.

Pero su formación científica le impulsa a mirar más lejos. Una primera serie de ensayos traduce su interés por la filosofía (Fenomenología del individualismo absoluto, 1920), el esoterismo (La tradición hermética, 1931)) y el movimiento de las ideas (Máscara y rostro del espiritualismo contemporáneo, 1932).

Entre 1927 y 1929 fue el director de la revista «Ur». Un año más tarde, anima la revista «La Torre». <<La palabra «Ur» –explicará–, es una vieja denominación del «fuego». Pero también se relaciona con lo que es «primordial» u «original», sentido que aun conserva en la lengua alemana>>.

El año 1934 estará marcado por la publicación de la que sería su obra fundamental: Rebelión contra el mundo moderno. Se trata de una especie de manifiesto en donde Evola describe, para oponerles, <<dos tipos universales, dos categorías a priori de la civilización>>: el mundo moderno y el mundo de la tradición –una tradición que asocia al esoterismo occidental (la aventura templaria y el misterio del Grial) y a un retorno a las fuentes de la antigüedad precristiana y de un pasado «hiperbóreo»: <<Nuestras consideraciones se dirigen constantemente alrededor de una oposición entre el mundo moderno y el mundo de la tradición, entre el hombre moderno y el hombre tradicional, la cual más que histórica es ideal: morfológica e incluso metafísica>>.

De entrada, la idea de «progreso», con todos sus matices, es rechazada: <<Nada es tan absurdo como esta idea de progreso que, con su corolario de superioridad de la civilización moderna, se ha creado sus coartadas «positivas» falsificando la historia, insinuando en los espíritus mitos deletéreos, proclamando su superioridad en los mercados de la ideología plebeya, de la que forma parte>>.

Para Evola, el mundo moderno es <<un bosque petrificado en cuyo centro se encuentra el caos>>. Por consiguiente, la historia de los últimos dos milenios no es la de un progreso, sino la una involución.

Evola compara Occidente con un cuerpo: <<Después de haber estado vivos y ser móviles, los organismos son asaltados por la rigidez que transforma el cuerpo el cadáver, antes de llegar a la fase terminal de descomposición>>. <<Hemos entrado –precisa– en el último estado de un ciclo. El reino de la máquina, la expansión del materialismo, el igualitarismo invasor son sus signos manifiestos. Sobre la cultura europea se cierne el rodillo del americanismo, fundado, como el marxismo, sobre una concepción económica de la vida. Vivimos en la Era de las Sombras anunciada por los vedas hindúes (Kali-Yuga), la Edad de Hierro de la tradición clásica grecolatina, la Edad del Lobo del antiguo mundo nórdico. La tradición ha sido olvidada>>.

Habiendo así invertido la perspectiva histórica, Evola no disimula su prejuicio metodológico: <<En general, el orden de cosas del que nos ocuparemos, principalmente es aquel en el cual cada material que valga «históricamente» y «científicamente» es en cambio el material que menos vale; en donde aquello que en tanto mito, leyenda, saga, es destituido de su verdad histórica y de su fuerza demostrativa, adquiere en cambio justamente por esto una validez superior y se convierte en fuente para un conocimiento más real y más cierto (…) No sólo la roma de la leyenda nos hablará con palabras más claras que la temporal, sino también las sagas de Carlomagno nos dirán del rey de los Francos más que las crónicas y los conocimientos positivos de la época (…) Las verdades que pueden hacer comprender el mundo de la Tradición no son aquellas que se «aprenden» y se «discuten». Ellas son o no son: solamente nos podemos acordar de ellas>>.

Y concluye: <<Solamente un retorno tradicional en una nueva conciencia unitaria europea puede salvar al Occidente>>.

Desde el mismo momento de su salida, el libro hizo un gran ruido. El poeta Gottfried Benn, después de su lectura, se declaró «transformado». En Italia las reacciones son más mitigadas. Aunque vinculado de alguna forma a Mussolini, Julius Evola cuenta con un gran número de adversarios en las filas del partido fascista. El filósofo Giovanni Gentile le es particularmente hostil. El pesimismo aristocrático que se desprende de su obra no es el más conveniente para una época que practica el triunfalismo del mando. Su Imperialismo pagano, obra publicada en 1928, ya había enfurecido a los católicos e hizo enseñar los dientes a los medios concordatarios.

Evola continúa interesándose por el esoterismo. Después de La tradición hermética, publica El Santo Grial y la tradición gibelina del Imperio (1937), donde estudia los fundamentos de la mística caballeresca y de la concepción medieval del Imperio. La doctrina del despertar (1943) es un análisis sobe la ascesis del budismo; El yoga del poder, publicado el mismo año [traducido al español como El yoga tántrico. NdT], analiza los principios del tantrismo como doctrina adaptada al hombre del «Kali-Yuga». Sienta también las bases de una «antropología espiritual» y emprende, siguiendo el ejemplo de Ludwig Ferdinand Clauss (Rasse und Seele, 1933), una definición de la raza basándose en criterios no exclusivamente biológicos (El mito de la sangre, 1937; Síntesis de la doctrina de la raza, 1943).

En 1945 se encuentra en Viena mientras la ciudad sufre un violento bombardeo angloamericano. El techo de la habitación se derrumba y una viga le aplasta la columna vertebral. Evola es hospitalizado durante dos años. Sus miembros inferiores han quedado paralizados.

Regresa a Italia en 1948. Dos años más tarde, en un panfleto titulado Orientaciones, presenta una serie de nuevas ideas que más tarde desarrollará en Los hombres y las ruinas (1953). El panfleto le vale ser conducido a juicio acusado de «intentar reconstruir el partido fascista». La defensa de Evola se realiza en un clima altamente emotivo, en una inmensa sala repleta de partidarios y detractores. Las obras se suceden: Metafísica del sexo (1958), Cabalgar el tigre (1961), El camino del cinabrio, su autobiografía (1963), El arco y la maza (1968), etc.

El Estado orgánico

En Los hombres y las ruinas, Evola aborda directamente la cuestión política. Dirigiéndose a la joven «Destra» italiana, propone <<una visión general de la vida y una doctrina rigurosa del Estado>>. Al Estado moderno opone el ideal del Estado orgánico ya avanzada por Vico y Fustel de Coulanges, pero también por De Maistre y Donoso Cortés: el Estado en donde cada uno tiene su lugar –como, en un organismo, cada órgano tiene la suya. El Estado, dice, es un conjunto tan espiritual como físico. No es el «reflejo» de la sociedad. Es el agente que transforma y estructura la sociedad y que, asignándole un destino, hace de un agregado sin cohesión un verdadero conjunto elevado a la dignidad política.

<<El fundamento de todo verdadero Estado –escribe Evola– es la transcendencia de su principio; es decir, del principio de la soberanía, de la autoridad y de la legitimidad. La antigua definición romana de Imperium, por ejemplo, pertenecía esencialmente al dominio de lo sagrado: antes de expresar un sistema de hegemonía territorial supranacional, designaba la pura potencia del mando, la fuerza casi mística y la auctoritas propias a aquel que ejerce las funciones y ejerce la cualidad de jefe, tanto en el orden religioso y guerrero como en el de la familia patricia (gens) y del Estado (Res publica).

El Estado aparece así como una noción esencialmente masculina. Sus relaciones con el pueblo (la Patria, la Nación) son análogas a las del hombre con la mujer, del pater familias con su familia y también, sobre el plano de las creencias indoeuropeas, del cielo con la tierra. <<Así, en la Roma antigua, las nociones de Estado e Imperium, de potencia sagrada, estaban estrechamente vinculadas al culto simbólico de las divinidades del cielo, de la luz y del mundo superior, opuesto a la región oscura de las Madres y las divinidades ctónicas>>.

Cuando se agotaron los recursos del Imperium, cuando la población ya no fue capaz de percibir el sentido, cuando los jefes de Estado ya no pudieron extraer su legitimidad de «lo alto», intentaron extraerla de «lo bajo». Fue la democracia, el cesarismo, la dictadura y la tiranía: sistemas diferentes pero que, todos, extraen su poder y su legitimidad del demos, la masa amorfa cuyo ideal más profundo es la supresión del Estado.

De paso, Julius Evola denuncia la ilusión igualitaria como un simple absurdo lógico: <<Muchos seres iguales no serían «muchos», sino uno. Pretender la «igualdad de todos» implica una contradicción en los términos>>. Al contrario, en una sociedad jerarquizada pueden perfectamente concebirse diferentes <<niveles de igualdad>>: <<Mientras la idea jerárquica fue reconocida, las nociones de «par» y de «igual» fueron ideales aristocráticos. En Esparta, el título de omoioi, «los iguales», estaba exclusivamente reservado a la élite que detentaba el poder, y era revocable en caso de indignidad. Por lo mismo, en Inglaterra, el título de «par» (peer) estuvo, como se sabe, reservado a los lords>>.

Jean-Baptiste Vico, inspirador de Montesquieu, ya había dicho: <<Los hombres desean en primer lugar la libertad de los cuerpos, y después la de las almas; es decir, la libertad de pensamiento y la igualdad con los otros; quieren enseguida sobresalir sobre sus iguales y, finalmente, colocar a sus superiores por debajo de ellos>> (Sciencia nuova. II, 23).

Al mismo tiempo, Julius Evola distingue entre el verdadero elitismo y el bonapartismo y el maquiavelismo. En Bonaparte ve al sucesor de los condottieri del Renacimiento, de los tribunos de la plebe romana y de los <<tiranos populares>> surgidos en la Grecia antigua tras el declive de las aristocracias. Existe un bonapartismo cada vez que el jefe extrae su autoridad de un conjunto, cada vez que se presenta como un «hijo del pueblo» y no como representante de una humanidad consumada, afirmando un <<principio superior>>.

<<Mientras el concepto tradicional de soberanía y autoridad implica la distancia –escribe Evola–, tal sentimiento de la distancia despierta en los inferiores la veneración, el respeto natural y una disposición instintiva a la obediencia y la lealtad hacia el jefe, todo ocurre aquí a la inversa: por una parte del poder, abolición de la distancia; por la otra, aversión por la distancia (…) El jefe bonapartista ignora el principio según el cual, contra más vasta es la base, más debe elevarse la cúspide. Sucumbe al complejo de «popularidad», a las manifestaciones que le inspiran el sentimiento, ilusorio, de que el pueblo le sigue y le aprueba. Aquí, es el superior quien tiene necesidad del inferior para probar el sentimiento de su valor, y no al contrario, como sería lo normal>>.

Evola se posiciona así a favor de una ascesis del poder: <<Es bueno que la superioridad y el poder estén asociados, pero a condición de que el poder se funde sobre la superioridad y no la superioridad sobre el poder>>. También cita a Platón: <<Los verdaderos jefes son aquellos que no asumen el poder sino por necesidad, pues saben que únicamente a los mejores puede ser confiada esta tarea>> (La República, 347 c).

Deber militar y derecho a las armas

Por lo mismo, el <<estilo militar>>, que es uno de los aspectos de los valores heroicos, no debe ser confundido con el militarismo o con la guerra: <<La idea guerrera no conduce a un materialismo, no es sinónimo de exaltación de un uso brutal de la fuerza y de la violencia destructora. La formación calmada, consciente y dominada del ser interior y del comportamiento, el amor a la distancia, la jerarquía, el orden, la facultad de subordinar el elemento pasional e individual de sí mismo a principios y a fines superiores, siempre bajo el signo del honor y del deber, son los elementos esenciales de esta idea y el fundamento de un estilo preciso que debían en gran parte perderse cuando, los Estados en que todo esto correspondía a una larga y severa tradición de casta, fueron sustituidos por democracias nacionalistas, en donde el deber del servicio militar reemplazó al derecho a las armas>>.

Hoy en día, recuerda Julius Evola, las guerras están lejos de haber desaparecido. Al contrario, han devenido totales. Involucran a todo el conjunto de la población civil, forzada, en virtud del principio igualitario, a llevar el uniforme.

El hombre de élite, para Evola, no es pues el hombre de excepción, el genio ni mucho menos el excéntrico. Es <<aquel en el cual se expresa una tradición y una «raza del espíritu», que debe su grandeza no al hombre, sino al principio, a la idea –en una cierta impersonalidad soberana>>. Los criterios decisivos son así el carácter, la forma de espíritu, antes que la inteligencia. Porque <<la visión del mundo (Weltanschauung) puede ser más precisa en un hombre sin instrucción que en un escritor, más firme en el soldado, el miembro de una estirpe aristocrática o el campesino fiel a la tierra que en el intelectual burgués, el profesor o el periodista>>.

La visión del mundo no es (no puede ser) algo individual. Necesariamente, procede de una tradición. Es la <<resultante orgánica de fuerzas a las cueles un cierto tipo de civilización debe la forma que le es propia>>.

<<La cultura –precisa Evola– no deja de ser un peligro para aquel que ya posee una visión del mundo. Precisamente, porque dispone de una configuración interior que le sirve de guía para discernir, como en todos los procesos de asimilación orgánica, lo que puede ser asimilado y lo que debe ser rechazado (…) Una de las peores consecuencias de la «libre cultura» está en que los espíritus incapaces de discriminar según un juicio recto, los espíritus que no poseen una forma propia, se encuentran fundamentalmente desarmados, en el plano espiritual, frente a las influencias de todo género>>.

De nuevo, Julius Evola reafirma que él no se dirige a las masas, sino a los «egregori» (los «guardianes», en griego clásico): a aquellos que llevan en sí mismos la idea de una regeneración; a aquellos que son capaces de permanecer siempre de pie entre las ruinas. A los hombres bien nacidos Evola les dice que es inútil resistir directamente al caos ambiente: la corriente es demasiado fuerte para ser encauzada. Es mejor esforzarse en tomar el control de un proceso ya inevitable. <<Es necesario –escribe– determinar hasta qué punto se puede tomar partido en los trastornos destructores; hasta qué punto, gracias a una firmeza interior y una orientación hacia la trascendencia, lo no-humano del mundo moderno, en lugar de conducir hacia la infrahumanidad (como es el caso para la mayoría de sus formas actuales), puede favorecer las experiencias de una vía superior, de una libertad superior>>.

Una fórmula china resume este consejo: Cabalgar el tigre. Para así evitar ser mordido y, pudiera ser, para dirigir su curso.

Alcanzar una superación por lo alto

Lo que propone Evola, pues, es una contestación radical a la sociedad burguesa, pero una contestación inversa a la que vemos expresarse en la actualidad –que no es sino su antítesis relativa. No es a la burguesía en tanto que clase a la que se ataca, sino a la burguesía en tanto que forma de espíritu, <<a todo lo que revela la mentalidad burguesa, con su conformismo, sus repercusiones psicológicas y románticas, su moralismo y su deseo de una pequeña vida segura y un materialismo fundamental que encuentra su compensación en el sentimentalismo y la grandilocuencia humanitaria y democrática>>.

Por lo mismo, precisa, <<la burguesía, en toda forma de civilización tradicional, ocupa una posición social intermediaria entre la aristocracia guerrera y política y el pueblo, por lo cual existen dos maneras –una positiva y otra negativa– de superarla en tanto que categoría, de tomar posición contra el tipo, la civilización, los valores y el espíritu burgués. La primera posibilidad consiste en seguir una dirección que conduce hacia lo bajo; es decir, hacia los valores sociales marxistas o anarquistas opuestos a lo que llaman «decadentismo burgués» (…) El resultado no puede ser otro que una nueva regresión: hacia algo situado por debajo de la persona, no por encima de ella>>.

<<Pero existe otra posibilidad, a saber: una exigencia y una lucha contra el espíritu burgués, contra el individualismo y el falso idealismo, más decididas que la de los movimientos de izquierda, pero orientadas, esta vez, hacia lo alto. Esta segunda posibilidad está vinculada a un retorno de los valores heroicos y aristocráticos, asumidos de una forma clara y natural, sin retórica ni grandilocuencia. Porque se puede conservar la distancia frente a todo lo que no es sino subjetivo, se puede despreciar el conformismo burgués, su pequeño egoísmo y su pequeño moralismo, adhiriéndose a un estilo de impersonalidad activa, amar lo que es esencial y real en sentido superior, desligado de las brumas del sentimentalismo y de las estructuras intelectuales, consagrándose a una desmitificación radical, manteniéndose de pie, sintiendo la evidencia de aquello que, en la vida, va más allá de la vida, teniendo reglas precisas para la acción y para el comportamiento>>.

El partido de la Estrella Polar

En el momento de su desaparición, Julius Evola vivía en reclusión después de treinta años con las piernas muertas, entre sus mesas y sus libros, recibiendo a los amigos y cuantos pedían verlo. Convertido en el «maestro» de una parte de la «Destra» italiana, sobre todo de un creciente número de jóvenes, nunca dejó de ser atacado tanto por la extrema izquierda como por la democracia cristiana, que decía ver en él al ideólogo del neofascismo y de la subversión del sistema. Pero Evola siempre permaneció impasible, habiendo dejado dicho una sola vez, durante el juicio de 1950, que nunca se dejaría arrastrar al terreno de la polémica.

<<Las verdades de la tradición no se razonan ni se discuten: son o no son>>, repetía. <<El hombre de virtud no discute>>, dijo Lao Tse.

Animada por Gianfranco de Turris y por Vittorio Evola, la Fundación Julius Evola se ha propuesto velar por la conservación de los libros y los manuscritos dejados por Evola, así como <<defender los valores de una cultura conforme a la Tradición>>. La Fundación está instalada en el antiguo domicilio del maestro (Corso Vittorio Emanuele 197, Roma). En el interior, sobre la antigua mesa de trabajo de Evola, un pergamino enmarcado recuerda las palabras de Georges Gondinet pronunciadas durante su incineración: <<Pertenece al partido de la Estrella Polar>>.

[«Figuras», Vu de Droite]


Armin Mohler: una mirada. Alain de Benoist

octubre 14, 2006

Armin Mohler: una mirada

Alain de Benoist

Traducción de J.A. H. G.

 

Me parece que es Niekisch quien llamaba a Ernst Jünger «el hombre de los ojos» (der Augenmensch). Para mí, el hombre de los ojos es Armin Mohler. Al decir esto, no pienso solamente en su gusto por la pintura ni en sus sorprendentes conocimientos en el dominio artístico. No pienso tampoco únicamente en las conversaciones que ambos sostuvimos sobre este tema, ni en la exposición de Lovis Corinth en Munich que visitamos juntos hace ya un buen número de años; ni en el viaje que hice a México teniendo como única guía turística su artículo dedicado al «muralismo» mexicano (es decir, a las obras de Diego Rivera, José Clemente Orozco y sobre todo David Alfaro Siqueiros). Todo esto se relaciona entre sí. Si no se hubiera volcado a la política, Armin Mohler sin duda habría sido uno de los mejores críticos de arte de su tiempo. Hay en él una vocación que podríamos denominar infinita si no hubiera sido objeto de una especie de transmutación. Mi convicción es, en efecto, que Armin Mohler mira la vida política y el desplazamiento de las ideologías a la manera de un artista y, más precisamente, a la manera de un pintor. Un sistema de pensamiento es para él, por principio, un paisaje que se revela, un panorama que se ofrece a las miradas. Así, cuando se pronuncia acerca de la Revolución Conservadora, es inicialmente para identificar sus Leitbilder, sus «imágenes conductoras». Y es en su predilección por la pintura –en detrimento de la música por ejemplo– que veo también la fuente de su «nominalismo»: tal y como lo representa el artista, un paisaje siempre nos remite a una escena particular, a un contexto determinado. Nada de ciencia del objeto total; no hay representación pictórica de una «realidad general».

La oposición entre música y pintura es fundamental. Por un lado la abstracción, así sea admirablemente armoniosa, y por el otro la particularidad concreta. Siempre a propósito de la Revolución Conservadora, Mohler dice además que prefiere explicarse por medio de imágenes que mediante conceptos. Se trata de nuevo del mismo principio: las imágenes siempre son concretas y particulares, los conceptos son, la mayoría de las veces, generales y abstractos. Wider die All-Gemeinheiten (contra la humildad del universo): he allí un propósito artístico. Pero este propósito nada tiene que ver con el simple reconocimiento de una especie de primado de la estética, que culminaría en la «estetización de lo político» de la que mucho se ha hablado. Su significación es más profunda. Se trata de reconocer que cualquier pensamiento es un asunto de formas, que cualquier saber tiene que ver con formas, que el fin mismo de la existencia humana es darse una forma y tener en la mira la excelencia de esta forma. Sin embargo, no hay una forma en sí. A veces he hecho desatinar a Armin Mohler diciéndole que negar la existencia de ideas generales representa, en sí, una de las ideas más generales que haya habido, pero en eso concordamos plenamente. Las ideas mismas son asunto de mirada. Y lo vemos por cuanto Mohler está algo predispuesto a adherirse a una religión que privilegie la escucha sobre la imagen – el icono– o a una filosofía que haga del hombre abstracto, desvinculado de su particular pertenencia, el centro de su reflexión.

Es justamente esta mirada la que permite a Armin Mohler ir siempre a lo esencial. Siempre me ha sorprendido ese rasgo en él: inmediatamente va a lo esencial; jamás se detiene en los detalles, en las florituras. Dentro de un sistema de pensamiento –porque lo ve precisamente como un paisaje– él extrae inmediatamente las líneas de fuerza, es decir, las perspectivas. Lo mismo en su escritura: siempre tiene la palabra apropiada, la palabra justa. Armin Mohler: the right word in the right place. Recuerdo que un día me dijo que la mejor forma de hablar de un libro era no tomar ninguna nota y, después de cerrarlo, limitarse a arrojar sobre el papel lo que se había retenido. Jamás olvidé esta lección (¡que mal que bien seguí!). De su gusto por lo esencial deriva su menosprecio por las conversaciones mundanas y las discusiones inútiles. Y si a veces parece un poco rudo con cualquiera, es porque detesta perder su tiempo y, aún más, que se lo hagan perder.

Otro rasgo que siempre me sorprendió en Armin es su independencia de espíritu y su rechazo a las ideas preconcebidas. Por supuesto que nuestros pensamientos no se forman solos, pues se construyen al entrar en contacto con otros; pero no hay un verdadero pensamiento personal que no sea autónomo en gran medida. Sin embargo, en el caso de Armin Moler dicha independencia de espíritu va más allá de la generalidad de los casos. No solamente es de un independencia perfecta respecto de las modas o las ideologías dominantes, como lo demuestran sus trabajos contra la Umerziehung (Reeducación) y el Charakterwäsche (Lavado de cerebro), que constituyen una especie de hilo conductor a lo largo de su obra –rasgo de una obstinada fidelidad al país que escogió– pero no es menos independiente respecto de los prejuicios de sus allegados o de quienes «piensan como él»; encuentro esta cualidad mucho más meritoria aún. Mohler no es de los que, de cara a un acontecimiento, una idea o una situación inédita, razonan en función de un a priori dictado por su pertenencia a cualquier «familia». No piensa cualquier cosa porque «haya que pensarla», sino porque él mismo está convencido de ella. Por lo mismo no tiene enemigos por principio; sólo adversarios a quienes siempre supo reconocer e incluso encomió sus cualidades. Ya se trate de escribir sobre los rascacielos de Chicago o sobre el «Pompidolium» parisino, en cualquier caso busca hacerse una opinión por sí mismo. Publica artículos sobre Irlanda, Francia, México o los Estados Unidos, pero nunca habla de países a donde no haya ido. Decide en función de lo que ha visto o de lo que ha leído, pero sin jamás presumir nada. A esto se suma su extraordinaria curiosidad, rasgo que le permitió, a lo largo de su vida, descubrir lo que la mayoría habría pasado por alto: la importancia particular de un Hans Blüher o un Friedrich Georg Jünger, el interés que revisten los trabajos de Zeev Sternhell, de Panayotis Kondylis o la escuela de Palo Alto. Ése discurrir es el de un explorador que marcha por delante de la tropa: descubre antes que otros los caminos a tomar, señala los paisajes por explorar.

Pero es también el de un solitario, de un Einzelgänger. En verdad, desde una perspectiva estrictamente nominalista, ¿qué podría tener de más particular que a sí mismo? El explorador debe preceder a la tropa, pero no se confunde con ella. Mohler no es hombre de grupos, de partidos, de reuniones de masas. El valor de su obra proviene de su originalidad, pero la originalidad nuca puede servir de voz de orden. Es admirado y amado, pero no tiene discípulos. Esto es quizá lo que le permite tener amigos que le son fieles tanto como él mismo es fiel en la amistad. Pues entre amigos la admiración y el amor siempre pueden durar, y no disminuyen entre sí, mientras que los discípulos no pueden mantenerse así so pena de traicionar a sus maestros.

Mohler, finalmente, y por todas las razones que acabo de exponer, es un hombre de lo real. «Sólo el monstruo –escribe Cioran– puede permitirse el lujo de ver las cosas tal como son». Armin Mohler es ese «monstruo». Nadie más ajeno que él a la utopía. Por supuesto que encontramos aquí su nominalismo, es decir, la mirada que no puede proceder más que a partir de situaciones particulares, a partir de lo que somos hic et nunc. Las ideas mismas no escapan a esta perspectiva: no valen más que en relación a situaciones concretas –y las mejores de ellas pueden volverse locuras o enfermedades. Es otra vez Cioran quien nos dice que «la ideología por sí misma no es buena ni mala. Todo depende del momento en que se adopte». Mohler es demasiado cuidadoso de los contextos –demasiado «consecuente» dirían los anglosajones– como para no convalidar de alguna manera esta afirmación. Y lo mismo vale para las enemistades. Como su maestro Carl Schmitt, Mohler jamás olvida que el adversario de ayer puede ser el aliado de mañana: Agon.

 

 

*

Hace ya tanto tiempo que conocí a Armin Mohler –al menos treinta años– que no recuerdo las circunstancias exactas en las que ocurrió. Tal vez fueron amigos italianos quienes, a inicios de los años sesenta, me hablaron por primera vez de él. En esa época, para mí sólo era el autor de la Konservative Revolution in Deutschland. Su libro fue una revelación. Para ser completamente honesto, debo decir que en ese momento, con mi vacilante alemán cuyos rudimentos había adquirido en el azar de los viajes, apenas era capaz de leer ¡el índice! Pero veía que allí se diseñaba un nuevo paisaje: la imagen de una «derecha» de convicción que no era ni liberal ni nazi –¡y moderadamente cristiana! Asombroso descubrimiento. Ingresé a este universo como a un apartamento que hubiesen amueblado antes de acuerdo a mis gustos. En el curso de los siguientes años yo iba a inventariar a detalle todas las piezas. Eso se tradujo en artículos, después en folletos, libros, traducciones. Desde inicios de los años setenta me ocupé de publicar en Francia la traducción de un enorme libro de Mohler, basándome en su edición alemana más reciente, y entonces la más voluminosa1. Necesité de veinte años para lograr este objetivo que cualquier editor consolidado habría considerado una locura. (Creo haber dedicado más tiempo a este proyecto que el que consagré a cualquiera de mis libros). En los países vecinos (pienso en particular en Italia) el libro tuvo paralelamente un efecto desencadenante. Hoy se ha traducido en toda Europa y lo comentan los autores de la Revolución Conservadora. Los mismos alemanes, que tardaron cierto tiempo en redescubrirlo, ¿sabrían que sin Armin Mohler indudablemente no habría pasado nada?

Me pregunto en términos más generales si los alemanes de hoy son concientes del papel que desempeñó Mohler en la difusión –en el seno de las «nuevas derechas» europeas– del patrimonio político-cultural de su país. Esto tampoco le importa mucho, pues los demás países europeos se interesan aparentemente más en Alemania ¡que lo que ésta se interesa en ellos! Pero el hecho es que Mohler ha sido en Europa uno de los mejores embajadores de su país de adopción y de elección. Y especialmente en Francia, donde pasó tantos años y conoció tanto mundo. Su origen suizo quizás le facilitó la tarea, y le ayudó a convertirlo en una especie de «puente» entre Francia y Alemania. Un puente frágil e incierto, además. Desde la época del general de Gaulle, Armin Mohler frecuentemente dio ejemplos franceses a los alemanes, tal y como yo proporcioné ejemplos alemanes a los franceses. ¿Hemos sabido convencernos el uno al otro? A veces tengo la impresión de que Francia y Alemania están destinadas a amarse o a detestarse, sin llegar jamás a comprenderse –quizá porque ambos países no son, sencillamente, del mismo sexo… Sea lo que fuere, el hecho es que Armin Mohler conocía admirablemente Francia; él mismo ha escrito muchos libros sobre ella –que no han sido traducidos al francés. Séame permitido añadir que no solamente conoce a Francia mejor que la mayoría de los alemanes, sino también mejor que muchos franceses. Ya se hable de Rivarol o de Joseph de Maistre, de León Bloy, de Sorel, de Céline, de Clément Rosset o de Cioran, él casi siempre tiene la palabra más justa.

 

 

*

Los recuerdos, también, son imágenes. Casi todos los momentos de mi vida en los cuales Armin Mohler y su esposa estuvieron presentes están en mi memoria. Pienso en nuestro amor común por las artes, las bibliografías y los gatos. En la inolvidable conversación en una pequeña plaza de Innsbruck. En los coloquios que nos reunieron en Niza, en Turín o en París. En el humor de Armin. En el vistazo que echa a las cosas. En las invitaciones a nuestras respectivas casas. En nuestros telefonemas. En sus letras, donde el nombre de la villa o del país invariablemente está escrito en el sobre con enormes caracteres, como si pensara ¡que los carteros están ciegos!

En Munich, Liebigstraße, Edith siempre vela por «Arminio» quien, como su amigo Michel Mourre, gusta trabajar de noche. La noche, en la que nos hemos sumergido por decenios. Durante todo este tiempo, en los sobres de mis cartas, escribía como destino «Alemania Occidental». Después, un día de 1989, pude escribir «Alemania» –así, en corto. Acabábamos de cambiar de siglo.

Querido Armin, qué suerte cambiar el siglo juntos.

 

Nota: 

1 Armin Mohler, La Révolution Conservatrice en Allemagne, 1918-1932, Puiseaux, Pardès, 1993, 894 pp., trad. de Henri Plard y Hector Lipstick. Igualmente publiqué en la revista Nouvelle Ecole –fundada en 1968– la traducción de seis artículos de Mohler: «Devant l’histoire. Quelques remarques non systématiques», n° 27-28, otoño-invierno de 1975, pp. 190-192, trad. de Paul Kornprobst; «Le tournant nominaliste. Un essai de clarification», n° 33, otoño de 1979, pp. 13-21, trad. de Henri Plard; «Le «muralismo mexicano», un art populaire de notre temps», n° 39, otoño de 1982, pp. 45-66, trad. de Henri Plard y Michel Rey; «Le «style» fasciste», n° 42, otoño de 1985, pp. 59-86, trad. de Henri Plard; «Schmittistes de droite, schmittistes de gauche et…schmittistes établis», n° 44, primavera de 1987, pp. 63-66, trad. de Jean-Louis Pesteil; «Kondylis, l’anti-Fukuyama», n° 47, 1995, pp. 119-127, trad. de Jean-Louis Pesteil.

 

[Texto aparecido en el Liber Amicorum Armin Mohler, publicado en ocasión de su 75° aniversario: Ulrich Fröschle, Markus Josef Klein y Michael Paulwitz [editores], Der andere Mohler. Lesebuch für einen Selbstdenker. Armin Mohler zum 75. Geburtstag, Limburg/M., San Casiano, 1995, pp. 25-30.]